Puedo decir que he
experimentado tres conversiones a lo largo de mi vida. La primera cuando le
entregué mi corazón a Jesús; luego, varios años después cuando el Espíritu
Santo me bautizó y me reveló una increíble dimensión de poder, y después, hace
un tiempo cuando el Señor me movió a aprender en la Escritura los principios de
Su reino. Entonces, me ha convertido integralmente, de corazón, de espíritu y
de entendimiento. Ahora tengo una mentalidad totalmente nueva, soy capaz de
creer y de hacer lo que nunca pude imaginar, porque comprendo que Él desea
redimirnos a todo nivel. No solo quiere hacernos libres del pecado, sino que
también libres de las ataduras que nos impiden aceptar verdades tan importantes
como nuestra identidad como hijos y herederos de nuestro Padre, quien desea que
asumamos nuestro papel y tomemos lo que nos pertenece, especialmente la tierra.
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