Tus convicciones te identifican como una persona que ama al
Señor en los buenos y en los malos momentos.
Sabemos que al
morir, es nuestro cuerpo el que enterramos, porque nuestra alma continúa
existiendo, y si hemos aceptado a Jesús como nuestro Señor y Salvador,
disfrutamos de una nueva vida plena y feliz en el cielo. También sabemos que
quienes hemos creído en el Señor resucitaremos con un cuerpo glorificado. Esa
es nuestra esperanza. La lógica nos dice otra cosa, pero simplemente debemos
confiar en la soberanía de Dios, estar dispuestos a creer y someternos a Su
voluntad, la cual está por sobre todas las cosas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario