Siervo
mío, eres tú; Israel, no me olvidaré de ti. Isaías 44:21 .
Nuestro
Dios jamás podrá olvidarse de sus siervos hasta el punto de cesar de amarles.
No los ha escogido para un poco de tiempo, sino para la eternidad. Cuando los
llamó a formar parte de su familia, sabía lo que serían. Él disipa sus pecados
como una nube; y podemos tener la seguridad de que no les echará fuera a causa
de los pecados que ya ha borrado.
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