Confíe
en usted mismo y está condenado al fracaso... confíe en el dinero y podrá
perderlo... Pero confíe en Dios y nunca se va a confundir ni en el presente, ni
en la eternidad.
Earl
Weaver, antiguo director de los Orioles de Baltimore, tenía por regla que nadie
podía robar una base a menos que le diese la señal. Esta norma disgustó a
Reggie Jackson, que sentía que conocía lo suficientemente bien a los lanzadores
y receptores como para juzgar cuándo podía hacerlo.
Un
día decidió robarse una base sin previa señal. Recibió un buen arranque del
lanzador y fácilmente llegó a la segunda base.
Mientras
se sacudía el polvo de su uniforme, sonrió satisfecho, sintiendo que había
justificado su punto de vista.
Más
tarde Weaver llevó aparte a Jackson y le explicó por qué no le había dado la
señal de robarse la base. El siguiente bateador era Lee May, un conocido y
poderoso golpeador. Debido a que la primera base estaba libre, el equipo
contrario pasó intencionalmente a May.
El
bateador que le seguía May no había estado muy firme contra este lanzador, por
lo que Weaver tuvo que enviar a un bateador designado. Esto dejó al equipo sin
fuerza en el banco que hubiese necesitado después en el juego.
Jackson
había conceptuado la toma de una base como algo que solamente involucraba la
relación entre el lanzador y el receptor. Weaver, en cambio, daba las señales
con el juego entero en su mente.
No
deposite su confianza en lo que ve a su alrededor. Confíe en Aquel que ve toda
la imagen que abarca el tiempo y la eternidad.
Salmo 118:8; Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en el
hombre.
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